¿Existe la originalidad en la industria de la moda? ¿El plagio?

La imitación (conocida también como plagio dependiendo del caso) es moneda corriente en el mundo de la moda. Está en su ADN. Es así que se fomenta y es el aliado que hace que sea posible su funcionamiento. Y también es como obramos en sociedad. Somos un conjunto de individuos que nos imitamos entre sí. Nos imitamos la vestimenta, el lenguaje, los gustos, la música que escuchamos y hasta los vicios. ¿Lo has notado?

La gravedad del asunto depende de cómo se tome el plagio. Puede verse como una copia en su significado más puro y negativo, eliminando la originalidad en la industria. O como un elemento natural del proceso creativo de la moda, lo cual debe aceptarse como una transformación de carácter positivo.

En cuanto a la historia de la moda, las réplicas surgen cuando se decide democratizar la moda y los individuos de las esferas bajas de la sociedad quieren vestirse al igual que las clases altas por temas de status, poder o simplemente porque les gustan los modelos pero no pueden acceder a ellos económicamente.

En el estudio social de la industria se pueden apreciar tres tipos de consumidor:

• El primero es aquel que puede pagar lo que valen las prendas ya que su foco de interés es la calidad tanto de los tejidos como de la confección.
• En segundo plano se encuentra el que no tiene el dinero pero que ahorra para adquirir las prendas originales o accede a replicas, accediendo a cierto status o grupo más elevado.
• Por último, se encuentra el que solo quiere demostrar y ostentar todo el dinero que tiene pagando prendas a costos alocados sin importar la calidad.

Ocurre un círculo vicioso con este fenómeno del consumo y la imitación: cuando la moda planteada por la clase alta llega a la clase baja, ya sea porque puede adquirirla o por la imitación, la clase alta ya está implementado algo nuevo para distinguirse. Porque ese es su único objetivo, marcar una clara diferencia con las clases inferiores.

La burocracia que hay detrás de patentar un diseño o la ausencia de las leyes para tener un dominio de las prendas es lo que permite a la industria del fast fashion trabajar sin parar plagiando prendas y presentándolas como propias, lo cual les permite estar siempre en tendencia a costos muy bajos. Un ejemplo muy claro es el caso de Kim Kardashian, Mugler y Fahion Nova presentado en este artículo.

Varias son las marcas en contra de que tomen sus prendas “como inspiración”, pero no todas. Coco Chanel veía la imitación como publicidad. A la diseñadora icónica le servía este fenómeno, hacía más deseables sus modelos originales. Desde mi punto de vista esto nos invita a desafiarnos constantemente como creativos, permitiéndonos evolucionar y destacarnos como profesionales dentro del rubro del diseño y la confección. Podemos ver distintos puntos de vista del fenómeno, estar a favor o en contra, pero en fin, es lo que mueve a este gran sistema de lujos basado en la economía competitiva llamado mundo de la moda.